Searcher

Perpetuo Socorro

Cuando comenzamos apuestas de ciudad, planes de largo aliento, estrategias de cambio estructural, corremos el riesgo de que con el tiempo se vuelvan cantos a la bandera. Pues como dice la columnista Juliana Mejía “la presencia del Estado en el territorio no es resultado de un decreto: es resultado de una construcción colectiva”. Y le sumaría la palabra “permanente”.

Es decir, no hay manera de que una institución lo logre todo sin tener en cuenta la integración constante de quienes habitamos un territorio y de la continua invitación a participar. Implica generar actividades permanentes para conectarse, conversar, crear, formarse.

Con esa claridad, Medellín le apostó a crear una zona que propiciara las condiciones para que el sector creativo y cultural se transformara en motor fundamental de crecimiento económico. Así comenzó el sueño del Distrito Creativo del Perpetuo Socorro, un ecosistema urbano basado en cinco principios: inclusión, respeto, interdependencia, sostenibilidad y responsabilidad espacial.

Allí fue entonces donde creamos la primera sede alterna de Ruta N en su historia, Ruta Naranja, un lugar en el que se potencia la creatividad y la cultura como motores de desarrollo integral. ¿Y cómo hacer para que esta iniciativa realmente dote un cambio en el sector? No bajando la guardia, manteniendo oferta permanente.

Solo durante el primer semestre de este año se ha logrado que unos 1.500 creativos participen de diversas charlas, cursos y encuentros. Que 187 encuentren espacios físicos en los que puedan desarrollar sus negocios. Y esto de manera permanente, creando nuevas tradiciones, como los ya típicos Jueves de Taller.

Entonces no se trata solo de definir un horizonte, sino que se requiere trabajar a diario, para que allí lleguemos juntos.

Este texto fue publicado originalmente en la edición del 18 de julio del diario ADN.

Tomado de: Ruta N

Historia

El corregimiento del Aro del municipio de Ituango – Antioquia, el 22 de octubre de 1997, vivieron una masacre perpetrada por paramilitares pertenecientes a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en la que se perdieron la vida varios campesinos en estado de indefensión y otros tantos fueron despojados de sus bienes y desplazados de su territorio.

En los siguientes artículos y videos hacemos un recorrido de lo que han vivido los habitantes del Aro, sus historias narradas y contadas por diferentes medios:

  • Rutas del conflicto, en el video publicado el 9 de octubre de 2019, narran los hechos vividos:

    Video Ruta a la Memoria – octubre de 1997 (Masacre de El Aro): El 22 de octubre de 1997, un grupo de 200 paramilitares llegó al corregimiento de El Aro, asesinó a 17 campesinos, quemó 40 de las 60 casas del pueblo y desplazó a cientos de habitantes. ¿Qué ha pasado allí hasta el día de hoy? ¿Quiénes han sido investigados? ¿Cuánto tiempo más tendremos que esperar para saber la verdad respecto a esta masacre?

    Esta es la ruta a la memoria de lo que sucedía en Antioquia, Colombia y que se resiste a ser olvidada.

  • Rutas del conflicto, en la publicación del 15 de octubre de 2019 comparten los acontecimientos de esta masacre:

    150 hombres de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu), conocidos en la región como los ‘Mochacabezas’, llegaron al corregimiento El Aro, en Ituango, el 22 de octubre y asesinaron a 17 personas.

    Los ‘paras’ permanecieron 7 días en el lugar durante los cuales torturaron públicamente a las víctimas. El propietario del único establecimiento de abarrotes del caserío fue atado durante todo un día a un árbol y luego los ‘paras’ le sacaron los ojos y el corazón.

    Artículo completo: https://rutasdelconflicto.com/masacres/el-aro

  • Consejo de Redacción, en el video publicado 16 de marzo de 2020 realizan un contexto para comprender la historia detrás de la masacre:

    El Aro: la historia detrás de la masacre 01: ¿Cómo se conecta el proceso 8.000 con la masacre de El Aro? La falta de solidez institucional del gobierno de Ernesto Samper creó una fuerte crisis de orden público en los cordones rurales del país, un fenómeno que, con el tiempo, propició escenarios de extrema violencia, como las masacres.

  • Consejo de Redacción, en la publicación 22 de mayo de 2020, comparten los hallazgos de una investigación frente a la masacre:

    El Aro: la historia detrás de la masacre. Esta investigación busca desentrañar los mecanismos secretos de una de las operaciones paramilitares más brutales de la historia: la complicidad del ejército, los silencios estatales, la política corrupta y la ambición desmedida. Es, también, un cuento de horror transformado en el relato de resistencia de sus víctimas.

    Ver la publicación completa: https://consejoderedaccion.org/sello-cdr/investigacion/el-aro-la-historia-detras-de-la-masacre

  • EL Espectador, en la publicación el 22 de octubre de 2020, publica:

    La masacre de El Aro, perpetrada por grupos paramilitares entre el 22 de octubre y el 12 de noviembre de 1997. Allí fueron torturados y asesinados 15 campesinos, mientras que otros fueron forzados por días a arrear ganado robado. El hecho ocurrió meses después de otra matanza: la de cuatro personas en el corregimiento de La Granja, el 11 de junio de 2016, en medio de una caldeada situación de orden público y a pesar de las denuncias públicas que hizo el presidente del Comité de Derechos Humanos de Antioquia, Jesús María Valle Jaramillo por el incremento de la violencia paramilitar en la zona.

    Artículo completo: https://www.elespectador.com/judicial/el-aro-23-anos-despues-no-se-ha-hecho-justicia-article/

  • Comisión Intraeclesial de Justicia y Paz, en la publicación 22 de octubre de 2021, comparten:

    Los sobrevivientes y familiares de las víctimas no pierden la esperanza, ni la dignidad, aun no renuncian a que se haga justicia y que el país en su conjunto mire su territorio, así como pusieron atención cuando se divulgaron las atrocidades cometidas. Después de 20 años, en 2017, la fiscalía general de la Nación exhumó los restos de una fosa común en el corregimiento, también sobre el camino de herradura y la vía que está construyendo las Empresas Públicas de Medellín (EPM).

    Artículo completo: https://www.justiciaypazcolombia.com/masacre-del-aro/

  • Hacemos memoria, en la publicación 27 de octubre de 2021, comparten desde la mirada del fotoperiodista, Jesús Abad Colorado quien capturo la primera imagen de la aconteció en el Aro:

    La guerra se pinta con lápiz. En 1997, el fotoperiodista, Jesús Abad Colorado capturó la imagen que se convirtió en referente de la masacre perpetrada en El Aro, Ituango. Veinticuatro años después, esta fotografía continúa dando testimonio de los vestigios de la violencia y el dolor que produjo el conflicto armado en esta zona del país.

    El Aro, Ituango

    La mayoría de las fotografías de Jesús Abad Colorado están en blanco y negro, como si tratara de capturar el momento desde los ojos de quien vive la tragedia. Y es que en más de una ocasión he escuchado que en los momentos de dolor, el mundo se ve así: en blanco y negro. El color se extingue.

    La fotografía de El Aro, capturada por Abad tras la toma paramilitar, ocurrida entre el 22 y el 31 de octubre de 1997, que dejó a 17 campesinos masacrados, 42 casas quemadas, de las 60 que componían el casco urbano, y 700 personas desplazadas, permite ver la sutileza y al mismo tiempo la franqueza con la que el periodista logra retratar las secuelas de la guerra. No hay cadáveres. No hay tumbas. No hay sangre, pero la muerte resuena con fuerza en la atmósfera de la imagen. No hay armas, tampoco camuflados o botas, pero el desastre que allí subsiste deja claro que la fuerza del hombre podría haber causado semejante escena.

    Ver la publicación completa: https://hacemosmemoria.org/2021/10/27/la-guerra-se-pinta-con-lapiz/

Parroquia San Isidro Labrador, El Aro – Ituango

1932 – 2007

Setenta y cinco años pregonando la Buena Nueva de Jesucristo

Por: Edgar Humberto Echavarría Cataño

Plantado en lo alto y llano de una colina, a una distancia inclinada de la rivera del rio Cauca, en el norte del departamento de Antioquia, se levanta el Aro, corregimiento de Ituango. Un caserío con figura de gruta, habitado por unas cuantas familias en el casco urbano y rodeado de pocas, pero bellas y lejanas veredas que dejan entrever el paisaje del Bajo Cauca.

Desde el 23 de mayo de 1918, los vecinos del caserío del El Aro pidieron al Concejo Municipal de Ituango se erigiera allí un corregimiento, petición que fue atendida mediante el Acuerdo 17 de 20 de junio del mismo año. El paraje se conocía con el nombre de La Aldea y por acuerdo 14 del 30 de junio de 1933 se le cambió el nombre de El Aro por el de Builópolis.

Se considera como fundador del caserío al señor Don Cipriano Estrada y la ordenanza N° 25 del 14 de diciembre de 1959 la creó Inspección Departamental.

Este corregimiento de Ituango, está ubicado en una gran montaña, lo cual permite que sea observado desde el municipio de Valdivia. Para poder llegar al caserío, hay que cruzar la ladera del río Cauca y subir algunas montañas a lomo de mula, por el espacio de seis horas aproximadamente.

El 25 de enero de 1932 el Señor Builes mediante Decreto N° 157, lo elevó a la categoría de parroquia.

El primer libro de bautismos data del año 19299. En esta época, la Parroquia del El Aro, era aún Vice Parroquia de la Parroquia de Santa Rita, el padre Francisco María Areiza, quien firma partidas en dicho libro desde el primero de noviembre de 1927 hasta febrero de 1932.

El primer párroco -aunque el libro primero de bautismos de la Parroquia dice que es cura en encargo- es el padre Roberto Giraldo desde el 19 de marzo de 1932 hasta el 07 de octubre del mismo año, a quien sucedieron durante estos 75 años insignes sacerdotes que han pastoreado con admirable celo apostólico la vida espiritual de sus gentes.

Con 2.500 habitantes, El Aro cuenta con un buen templo, amplio y de linda construcción, magnífica Casa Cural y cementerio a la entrada de la parroquia. Antes de la erección de la parroquia, los vecinos de este lugar se apresuraron a formar una junta encargada de propender por el progreso del corregimiento y gestionar decididamente la creación de la parroquia. Para lograr muy pronto este propósito, obsequiaron tierras para el templo, la Casa Cural, el cementerio, la plaza y hasta donaron una “manga para las bestias” de propiedad de la nueva parroquia.

En la actualidad, pertenece a la Vicaría Foránea de San José, tiene como patrona a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y como titular a San Isidro Labrador.

Recuperado de la revista Renovación N° 310, Año 38 Enero – marzo de 2007. IMG_0261

Centro Virtual de Emprendimiento

El Centro Virtual de Emprendimiento e Innovación de la Católica del Norte nace como una unidad académica de apoyo, con el fin de generar la cultura del emprendimiento en la comunidad, a través de la creación de servicios o acciones virtuales que propendan por el desarrollo de competencias emprendedoras, para el fortalecimiento del perfil profesional de nuestros graduados, la creación de nuevas empresas y el mejoramiento empresarial, bajo los lineamientos de responsabilidad social Institucional.

  • Conoce la Línea Crecer… Ver más
  • Emprendedoras Bavaria… Ver más
  • ¿Sabes qué es la Innovación Transformativa? … Ver más
  • Perpetuo Socorro… Ver más

Oraciones y reflexiones


“La oración es como el aliento de la vida cristiana… es el secreto de un cristianismo verdaderamente vital”
(Juan Pablo II)

Padre Dios, nos alegra comunicarnos Contigo en este momento. Somos la comunidad de la Fundación Universitaria Católica del Norte, que te amamos y necesitamos de Ti. Te experimentamos en nuestra vida porque nos has entregado a tu Hijo, Jesucristo, y nos has comunicado el Espíritu Santo. Nos hemos encontrado Contigo.

Querido Padre, tenemos conciencia de que no tienes principio. Que eres siempre Eterno. Que has creado este mundo armonioso y bello. Que has creado a cada ser humano que habita en el universo.

Amado Padre, qué gozo tan grande sentimos al hablar Contigo. Te confiamos todos nuestros sueños, proyectos y tareas. Qué felicidad experimentamos al saber que nos amas. Pero más dichosos somos al conocer que tienes un plan de salvación para nosotros.

Misericordioso Padre, perdona nuestros pecados y errores. Líbranos de caer en el pecado. Que seamos capaces de hacer tu voluntad. Que anunciemos tu misericordia y tu amor, E imploramos la intercesión de María Santísima, su esposo San José y el Beato Padre Marianito.

Amén.

Para recitar la Coronilla de la Divina Misericordia se usa un rosario normal y se sigue esta secuencia:

1. La señal de la Cruz: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

2. Padre Nuestro

3. Ave María

4. Credo (Símbolo de los Apóstoles)

5. En cada grano mayor del Rosario, cuando normalmente se dice el Padre Nuestro, diga:

 

Padre Eterno,

Te ofrezco

el Cuerpo, la Sangre,

el Alma y la Divinidad

de Tu amadísimo Hijo,

Nuestro Señor Jesucristo,

como propiciación

de nuestros pecados

y los del mundo entero.

 

6. En cada grano menor del Rosario, cuando normalmente se dice el Ave María, diga:

 

Por Su dolorosa Pasión,

ten misericordia de nosotros

y del mundo entero.

 

7. Invocación: Al final de la corona, la siguiente oración se reza tres veces seguidas:

 

Santo Dios,

Santo Fuerte,

Santo Inmortal,

ten misericordia de nosotros

y del mundo entero.

 

8. Oración para concluir (opcional)

 

Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentemos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia mismos. Amén.

Dios mío, te amo sobre todas las cosas

y al prójimo por ti,

porque Tú eres el infinito,

sumo y perfecto Bien,

digno de todo amor.

Quiero vivir y morir en este amor. Amén

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

En la miseria del pecado, en nuestros cansancios y fragilidades, en el misterio de la iniquidad del mal y de la guerra, tú, Madre Santa, nos recuerdas que Dios no nos abandona, sino que continúa mirándonos con amor, deseoso de perdonarnos y levantarnos de nuevo. Es Él quien te ha entregado a nosotros y ha puesto en tu Corazón inmaculado un refugio para la Iglesia y para la humanidad. Por su bondad divina estás con nosotros, e incluso en las vicisitudes más adversas de la historia nos conduces con ternura.

Por eso recurrimos a ti, llamamos a la puerta de tu Corazón, nosotros, tus hijos queridos que no te cansas jamás de visitar e invitar a la conversión. En esta hora oscura, ven a socorrernos y consolarnos. Repite a cada uno de nosotros: “¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”. Tú sabes cómo desatar los enredos de nuestro corazón y los nudos de nuestro tiempo. Ponemos nuestra confianza en ti. Estamos seguros de que tú, sobre todo en estos momentos de prueba, no desprecias nuestras súplicas y acudes en nuestro auxilio.

Así lo hiciste en Caná de Galilea, cuando apresuraste la hora de la intervención de Jesús e introdujiste su primer signo en el mundo. Cuando la fiesta se había convertido en tristeza le dijiste: «No tienen vino» (Jn 2,3). Repíteselo otra vez a Dios, oh Madre, porque hoy hemos terminado el vino de la esperanza, se ha desvanecido la alegría, se ha aguado la fraternidad. Hemos perdido la humanidad, hemos estropeado la paz. Nos hemos vuelto capaces de todo tipo de violencia y destrucción. Necesitamos urgentemente tu ayuda materna.

Acoge, oh Madre, nuestra súplica.

Tú, estrella del mar, no nos dejes naufragar en la tormenta de la guerra.

Tú, arca de la nueva alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.

Tú, “tierra del Cielo”, vuelve a traer la armonía de Dios al mundo.

Extingue el odio, aplaca la venganza, enséñanos a perdonar.

Líbranos de la guerra, preserva al mundo de la amenaza nuclear.

Reina del Rosario, despierta en nosotros la necesidad de orar y de amar.

Reina de la familia humana, muestra a los pueblos la senda de la fraternidad.

Reina de la paz, obtén para el mundo la paz.

Que tu llanto, oh Madre, conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que has derramado por nosotros hagan florecer este valle que nuestro odio ha secado. Y mientras el ruido de las armas no enmudece, que tu oración nos disponga a la paz. Que tus manos maternas acaricien a los que sufren y huyen bajo el peso de las bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a dejar sus hogares y su país. Que tu Corazón afligido nos mueva a la compasión, nos impulse a abrir puertas y a hacernos cargo de la humanidad herida y descartada.

Santa Madre de Dios, mientras estabas al pie de la cruz, Jesús, viendo al discípulo junto a ti, te dijo: «Ahí tienes a tu hijo» (Jn 19,26), y así nos encomendó a ti. Después dijo al discípulo, a cada uno de nosotros: «Ahí tienes a tu madre» (v. 27). Madre, queremos acogerte ahora en nuestra vida y en nuestra historia. En esta hora la humanidad, agotada y abrumada, está contigo al pie de la cruz. Y necesita encomendarse a ti, consagrarse a Cristo a través de ti. El pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que te veneran con amor, recurren a ti, mientras tu Corazón palpita por ellos y por todos los pueblos diezmados a causa de la guerra, el hambre, las injusticias y la miseria.

Por eso, Madre de Dios y nuestra, nosotros solemnemente encomendamos y consagramos a tu Corazón inmaculado nuestras personas, la Iglesia y la humanidad entera, de manera especial Rusia y Ucrania. Acoge este acto nuestro que realizamos con confianza y amor, haz que cese la guerra, provee al mundo de paz. El “sí” que brotó de tu Corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la paz; confiamos que, por medio de tu Corazón, la paz llegará. A ti, pues, te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y las aspiraciones de los pueblos, las angustias y las esperanzas del mundo.

Que a través de ti la divina Misericordia se derrame sobre la tierra, y el dulce latido de la paz vuelva a marcar nuestras jornadas. Mujer del sí, sobre la que descendió el Espíritu Santo, vuelve a traernos la armonía de Dios. Tú que eres “fuente viva de esperanza”, disipa la sequedad de nuestros corazones. Tú que has tejido la humanidad de Jesús, haz de nosotros constructores de comunión. Tú que has recorrido nuestros caminos, guíanos por sendas de paz. Amén.

Dios mío,

me arrepiento de todo corazón

de todos mis pecados

y los aborrezco,

porque al pecar, no sólo merezco

las penas establecidas por ti

justamente,

sino principalmente porque te ofendí,

a ti sumo Bien y digno de amor

por encima de todas las cosas.

Por eso propongo firmemente,

con ayuda de tu gracia,

no pecar más en adelante

y huir de toda ocasión de pecado.

Amén

Alma de Cristo, santifícame.

Cuerpo de Cristo, sálvame.

Sangre de Cristo, embriágame.

Agua del costado de Cristo, lávame.

Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.

Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de Ti.

Del maligno enemigo, defiéndeme

En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti.

Para que con tus santos te alabe.

Por los siglos de los siglos. Amén

Ángel de Dios,

que eres mi custodio,

pues la bondad divina

me ha encomendado a ti,

ilumíname, guárdame, defiéndeme

y gobiérname.

Amén

El ángel del Señor anunció a María.

Y concibió.

por obra y gracia del Espíritu Santo.

Dios te salve, María…

He aquí la esclava del Señor.

Hágase en mí según tu palabra.

Dios te salve, María…

Y el Verbo de Dios se hizo carne.

Y habitó entre nosotros.

Dios te salve, María…

Ruega por nosotros,

Santa Madre de Dios,

para que seamos dignos de alcanzar

las promesas de Jesucristo.

Oremos

Oh Padre, Infunde en nuestra alma tu gracia. Tú, que en la anunciación del Ángel nos has revelado la encarnación de tu Hijo, por su pasión y su cruz condúcenos a la gloria de la resurrección. Por Cristo, Nuestro Señor. Amén

Dios te salve, María,

llena eres de gracia;

el Señor es contigo.

Bendita Tú eres

entre todas las mujeres,

y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios,

ruega por nosotros, pecadores,

ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios;

no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,

antes bien, líbranos de todo peligro,

¡oh siempre Virgen, gloriosa y bendita.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado

y redimido a su pueblo,

suscitándonos una fuerza

de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho

desde antiguo

por boca de sus santos Profetas.

 

Es la salvación que nos libra

de nuestros enemigos

y de la mano de todos

los que nos odian;

realizando la misericordia

que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró

a nuestro padre Abrahán.

 

Para concedernos que,

libres de temor,

arrancados de la mano

de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

&nbps;

Y a ti, niño,

te llamarán profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia

de nuestro Dios,

nos visitará el sol

que nace de lo alto,

para iluminar

a los que viven en tinieblas

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo,

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.

Amén.

Creo, Jesús mío,

que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.

Os amo sobre todas las cosas

y deseo recibiros en mi alma.

Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado,

venid a lo menos espiritualmente a mi corazón.

Y como si ya os hubiese recibido,

os abrazo y me uno del todo a Ti.

Señor, no permitas que jamás

Me aparte de Ti. Amén.

(San Alfonso María de Ligorio)

 

A vuestros pies, ¡oh mi Jesús!,

me postro y os ofrezco

el arrepentimiento de mi corazón contrito,

que se hunde en la nada ante vuestra santísima presencia.

Yo os adoro en el Sacramento de vuestro amor,

la inefable Eucaristía,

y deseo recibiros en la pobre morada

que os ofrece el alma mía.

Esperando la felicidad de la comunión sacramental,

yo quiero poseeros en espíritu.

Venid a mí, puesto que yo voy a Vos,

¡oh Jesús mío!,

y que vuestro amor inflame todo mi ser

en la vida y en la muerte.

Creo en Vos y espero en Vos.

Así sea.

(Cardenal Rafael Merry del Val)

Acordaos,

oh piadosísima Virgen María,

que jamás se ha oído decir

que ninguno de los que han acudido

a tu protección,

implorando tu asistencia

y reclamando tu socorro,

haya sido abandonado de ti.

Animado con esta confianza,

a ti también acudo, oh Madre,

Virgen de las vírgenes,

y aunque gimiendo

bajo el peso de mis pecados,

me atrevo a comparecer

ante tu presencia soberana.

No deseches mis humildes súplicas,

oh Madre del Verbo divino,

antes bien, escúchalas

y acógelas benignamente. Amén

Dale Señor el descanso eterno.

Brille para él la luz perpetua.

Descanse en paz.

Amén

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

Proclama mi alma

la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios,

mi salvador;

porque ha mirado la humillación

de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán

todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho

obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

–como lo había prometido a nuestros padres–

en favor de Abrahán

y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo,

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos.

Amén.

Jesús, María y José

en vosotros contemplamos

el esplendor del verdadero amor,

a vosotros, confiados, nos dirigimos.

Santa Familia de Nazaret,

haz también de nuestras familias

lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evangelio

y pequeñas iglesias domésticas.

Santa Familia de Nazaret,

que nunca más haya en las familias episodios de violencia, de cerrazón y división;

que quien haya sido herido o escandalizado sea pronto consolado y curado.

Santa Familia de Nazaret,

haz tomar conciencia a todos

del carácter sagrado e inviolable de la familia, de su belleza en el proyecto de Dios.

Jesús, María y José,

escuchad, acoged nuestra súplica.

Amén.

 

(Papa Francisco, Amoris Laetitia, 325)

Salve, custodio del Redentor

y esposo de la Virgen María.

A ti Dios confió a su Hijo,

en ti María depositó su confianza,

contigo Cristo se forjó como hombre.

Oh, bienaventurado José,

muéstrate padre también a nosotros

y guíanos en el camino de la vida.

Concédenos gracia, misericordia y valentía,

y defiéndenos de todo mal. Amén.

 

(Papa Francisco, Patris Corde)

Padre nuestro que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu Reino;

hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo.

Danos hoy

nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal. Amén.

Reina del cielo alégrate; aleluya.

Porque el Señor a quien has merecido llevar;

aleluya.

Ha resucitado según su palabra;

aleluya.

Ruega al Señor por nosotros;

aleluya.

Gózate y alégrate, Virgen María;

aleluya.

Porque verdaderamente ha resucitado el Señor;

aleluya.

 

Oremos

Oh Dios, que en la gloriosa resurrección de tu Hijo has devuelto la alegría al mundo entero, por intercesión de la Virgen María, concédenos disfrutar de la alegría de la vida eterna. Por Cristo, Nuestro Señor.

Amén.

Dios te salve, Reina

y Madre de misericordia,

vida, dulzura y esperanza nuestra;

Dios te salve.

A ti llamamos

los desterrados hijos de Eva;

a ti suspiramos, gimiendo y llorando

en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,

vuelve a nosotros esos tus ojos

misericordiosos;

y después de este destierro,

muéstranos a Jesús,

fruto bendito de tu vientre.

 

¡Oh, clementísima, oh piadosa,

oh dulce Virgen María!

San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha.

Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio.

Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica.

Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,

arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo

para la perdición de las almas. Amén.

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,

Creador del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo,

Nuestro Señor,

Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato,

fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir

a juzgar a vivos y muertos.

 

Creo en el Espíritu Santo,

la santa Iglesia católica,

la comunión de los santos,

el perdón de los pecados,

la resurrección de la carne

y la vida eterna.

Amén

A ti, oh Dios, te alabamos,

a ti, Señor, te reconocemos.

A ti, eterno Padre,

te venera toda la creación.

Los ángeles todos,

los cielos y todas las potestades te honran.

Los querubines y serafines

te cantan sin cesar:

Santo, Santo, Santo es el Señor,

Dios del universo.

Los cielos y la tierra

están llenos de la majestad de tu gloria.

A ti te ensalza

el glorioso coro de los Apóstoles,

la multitud admirable de los Profetas,

el blanco ejército de los mártires.

A ti la Iglesia santa,

extendida por toda la tierra, te proclama:

Padre de inmensa majestad,

Hijo único y verdadero, digno de adoración,

Espíritu Santo, Defensor.

Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.

Tú eres el Hijo único del Padre.

Tú, para liberar al hombre,

aceptaste la condición humana

sin desdeñar el seno de la Virgen.

Tú, rotas las cadenas de la muerte,

abriste a los creyentes el reino del cielo.

Tú te sientas a la derecha de Dios

en la gloria del Padre.

Creemos que un día

has de venir como juez.

Te rogamos, pues,

que vengas en ayuda de tus siervos,

a quienes redimiste con tu preciosa sangre.

Haz que en la gloria eterna

nos asociemos a tus santos.

Salva a tu pueblo, Señor,

y bendice tu heredad.

Sé su pastor

y ensálzalo eternamente.

Día tras día te bendecimos

y alabamos tu nombre para siempre,

por eternidad de eternidades.

Dígnate, Señor, en este día

guardarnos del pecado.

Ten piedad de nosotros, Señor,

ten piedad de nosotros.

Que tu misericordia, Señor,

venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti.

En ti, Señor, confié,

no me veré defraudado para siempre.

Ven, Espíritu divino,

manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre;

don, en tus dones espléndido;

luz que penetra las almas;

fuente del mayor consuelo.

 

Ven, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo,

tregua en el duro trabajo,

brisa en las horas de fuego,

gozo que enjuga las lágrimas

y reconforta en los duelos.

 

Entra hasta el fondo del alma,

divina luz, y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre,

si tú le faltas por dentro;

mira el poder del pecado,

cuando no envías tu aliento.

 

Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo,

lava las manchas,

infunde calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito,

guía al que tuerce el sendero.

 

Reparte tus siete dones,

según la fe de tus siervos;

por tu bondad y tu gracia,

dale al esfuerzo su mérito;

salva al que busca salvarse

y danos tu gozo eterno. Amén.

Ven, Espíritu Creador,

visita las almas de tus fieles

llena con tu divina gracia,

los corazones que creaste.

 

Tú, a quien llamamos Paráclito,

don de Dios Altísimo,

fuente viva, fuego,

caridad y espiritual unción.

 

Tú derramas sobre nosotros los siete dones;

Tú, dedo de la diestra del Padre;

Tú, fiel promesa del Padre;

que inspiras nuestras palabras.

 

Ilumina nuestros sentidos;

infunde tu amor en nuestros corazones;

y, con tu perpetuo auxilio,

fortalece la debilidad de nuestro cuerpo.

 

Aleja de nosotros al enemigo,

danos pronto la paz,

sé nuestro director y nuestro guía,

para que evitemos todo mal.

 

Por ti conozcamos al Padre,

al Hijo revélanos también;

Creamos en ti, su Espíritu,

por los siglos de los siglos

 

Gloria a Dios Padre,

y al Hijo que resucitó,

y al Espíritu Consolador,

por los siglos de los siglos. Amén.

Portal Desarrollado por Innovapues SAS - www.innovapues.com - hola@innovapues.com - +57 312 258 1352